POR VICTORIA SOLANO
Médicos del Hospital Garrahan denunciaron la muerte de un
niño por contaminación con agrotóxicos. Aseguran que no es el único caso que
reciben y denuncian la falta de
políticas que regulen a las
fumigaciones. La historia dramática de José Rivero.
25/06/12 - 20:23
“Primero se murieron los pollos, luego el perro y los
chanchos (…), fue entonces cuando tuvimos que mudarnos, pero era difícil
porque no tenía quién me ayudara”. Así
recuerda David Rivero la trágica semana en la que los químicos a los que tanto
les temía entraron de manera silenciosa a su casa. Se llevaron primero la vida
de los animales y luego la de su hijo, de cuatro años.
José, el menor de los cuatro hijos de don David, empezó a
vomitar un lunes a la tarde. Su padre lo llevó a la salita de Lavalle, desde
donde lo remitieron a Santa Lucía. De allí pasó a Goya y luego, en ambulancia,
a Corrientes. Los médicos correntinos lo remitieron el jueves al Hospital Garrahan, cuando lograron
estabilizarlo, pues el niño sufría continuas convulsiones. “Llegó a
Buenos Aires debatiéndose entre la vida y la muerte, no era mucho lo que podían
hacer”, recuerda David.
José se fue la segunda semana de mayo de este año. Antes de
morir su hígado dejó de funcionar y tuvo muerte cerebral.
Mercedes Méndez, enfermera del Hospital Garrahan y miembro
de la fundación Médicos de Pueblos Fumigados, aclara que no se trata de un caso
aislado.
Gladys Arévalo, vecina de Lavalle (Corrientes), vivió el
mismo drama que David en abril de 2011. Su hijo Nicolás, con tan sólo 4 años, y
su sobrina Celeste de 5 fueron hospitalizados el mismo día por intoxicación.
Tenían idénticos síntomas, les diagnosticaron hepatitis
fulminante. Los dos pequeños fueron remitidos al Hospital Goya y de ahí al
Hospital Juan Pablo II. Celeste entró en coma profundo y la trasladaron al
Hospital Garrahan, donde estuvo 17 días en Terapia intensiva, 30 más en sala y
tres meses más bajo estrictos controles médicos que incluían estudios y
tratamientos diarios en Buenos Aires. Nicolás no alcanzó a ser remitido. Murió
el 4 de abril de 2011.
Un año después con el resultado de la autopsia de su hijo,
la cual certifica que murió a causa del envenenamiento provocado con los
químicos usados en la chacra vecina, la familia de los niños tiene claro que
quiere : “Nosotros queremos justicia y que se deje de fumigar, porque nos están
matando lentamente” reclama Josefina Arévalo, tía de los niños.
El doctor Medardo Ávila, investigador de la Universidad
Nacional de Córdoba, ha adelantado estudios
en provincias con alta exposición a las fumigaciones. Su informe revela
que el aumento de la utilización de químicos para la producción del campo - un
1.000% en los últimos 10 años – ha ocasionado que en estas poblaciones se
presenten casos agudos con consecuencias inmediatas “Vemos complicaciones
respiratorias, irritación en la piel y en los ojos, intoxicaciones hepáticas y problemas neurológicos”.
Sin embargo, no son estos casos los que más llaman la
atención del médico cordobés “Hemos notado, que como consecuencia a mediano y a
largo plazo, las poblaciones expuestas están manifestando un cambio de patrón
de enfermedad (…) es muy frecuente encontrar una serie de cánceres,
enfermedades inmunológicas y endocrinológicas que antes no veíamos” Asegura el
doctor Medardo, y agrega: “Llama la atención el gran número de abortos
espontáneos y niños nacidos con malformaciones, entre 3 y 4 veces más que en
ciudades como Buenos Aires”
En enero de 2012, la Defensoría del Pueblo de la Nación
publicó un informe que estudiaba la relación entre la exposición a los
agroquímicos con la discapacidad. Allí aseguro que: “resulta apremiante pedir a
las autoridades públicas nacionales y provinciales, la toma de medidas de
resguardo y cautelares, para evitar la discapacidad producida por el uso de
agrotóxicos”.
El informe, aunque enfocado exclusivamente a la problemática de la discapacidad, hace
recomendaciones relacionadas a la regulación de uso de químicos agrícolas a
varias entidades gubernamentales. A la Comisión Nacional de Investigación de
Agroquímicos (CNIA), creada en 2009 por Presidencia de la República, le pide
que se hagan y publiquen investigaciones más frecuentemente – La última publicación
se hizo en 2009- y que se organice internamente de una manera que haga más
eficaz su trabajo.
En el informe también se pide al Ministerio de Salud que tome medidas preventivas y eficaces
que garanticen el bienestar de la población en riesgo. Al SENASA, lo cuestiona
por otorgar un permiso de importación y comercialización de productos
elaborados con Endusolfán, a pesar de
que en 2010 se haya comprobado las graves consecuencias del químico para la
salud humana.
Hoy 12 millones de
argentinos conviven a diario con las consecuencias de los agrotóxicos, y el
número aumenta a medida de que avanza la frontera agrícola. “Cuando viene la
fumiga a mi me duele la cabeza, me hace mal. Tengo miedo por mi hijo de 2 años
que se la pasa jugando”, confiesa Gladys Arévalo, que con el dolor de haber
perdido a un hijo a causa de los
agroquímicos, se consume en la impotencia de no tener recursos para irse de la
zona.
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