24 de febrero de 2012

No se achica la brecha salarial entre hombres y mujeres


No se achica la brecha salarial entre hombres y mujeres
Un trabajo de la UBA afirma que diferencias por género son iguales que en los años ’90

Un estudio de la UBA señala que desde 2003 las mujeres consiguen más trabajo, pero se mantiene la brecha salarial con los hombres. Las mujeres con trabajo informal son las que más sufren la asimetría.

Cristina Fernández fue la primera mujer electa por el voto popular.

Antes de Felisa Miceli, el Ministerio de Economía nunca había tenido comando femenino. Y más tarde, Mercedes Marcó del Pont se convirtió en la primera jefa con pollera del Banco Central.

Mientras las mujeres lograban romper varios “techos de cristal” durante los dos períodos del kirchnerismo en el poder, el patrón de crecimiento permitió revertir parcialmente la dificultad estructural de las trabajadoras para incorporarse al mundo productivo. Pero la brecha salarial con los hombres en el mercado laboral se mantiene en niveles idénticos a los de los años ’90. Así lo confirma un informe único por su alcance que acaba de publicar el Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo (CEPED) de la UBA.

El estudio, coordinado por Leopoldo Weisburd, concluye que desde 2003 “el aumento de la proporción de mujeres en la PEA (población económicamente activa) ya no trajo consigo el mismo nivel de desempleo observado en los años ’90”. Es decir, que las trabajadoras lograron incorporarse en forma más sostenida al mercado.

BRECHA. Los números acompañan la conclusión. En 2003, el 58% de los desocupados eran mujeres y sólo el 39% de los ocupados lo eran. Hacia principios de 2010, el género femenino explicaba la mitad del desempleo y el 42% de la población laboralmente activa. La proporción de mujeres en el total de habitantes del país se mantuvo constante en 52 por ciento.
La diferencia entre lo que ganan unos y otras, no obstante, se mantuvo siempre por encima del 25% en promedio. La “brecha salarial” –como se define técnicamente a esa distancia entre ingresos– es especialmente amplia en los dos extremos de la pirámide de calificaciones: para el personal no calificado salta al 37% y para los puestos científico- profesionales llega a 32 por ciento.
En el medio, con brechas menores, quedan los técnicos y el personal con funciones operativas.
Según el informe, “la mayor brecha de género se observa a partir del análisis de la informalidad laboral”.

En 2007, por ejemplo, la brecha entre trabajadores y trabajadoras no registrados alcanzó el 44,8 por ciento. Luego se redujo a 41,3% en 2009, pero se mantuvo muy por encima del 25% que había en 2003. Entre los empleados y empleadas en blanco, la brecha se mantuvo prácticamente invariable en 15 por ciento.

DOCENTES. Salvo en el rubro docente, donde las trabajadoras perciben retribuciones superiores a las del género masculino, en los restantes empleos típicamente “femeninos” (como la industria textil y de indumentaria, donde ellas representan el 55%; o la radio, la TV y las fábricas de instrumentos médicos, donde más avanzaron en los últimos años) se manifiestan “las brechas más pronunciadas en los ingresos laborales”, detalló el informe.

Los investigadores del CEPED destacaron que pese a su progresividad en términos de igualdad, la mayor participación de la mujer en el mercado laboral lleva a deprimir el salario medio y a acrecentar la rentabilidad empresaria si no es acompañada por una reducción de la brecha de ingresos.
Es gracias a “la disponibilidad de una reserva de mano de obra a la que se puede acudir cuando las condiciones del mercado de trabajo lo propician, y que puede ser contratada no sólo sin necesidad de acrecentar la retribución sino aun disminuyéndola”.

El trabajo femenino, según el estudio, todavía “funciona como un amortiguador de la caída de los ingresos de los varones que integran sus unidades domésticas”.

Por eso los investigadores recomiendan que la integración de la perspectiva de igualdad de género a las políticas públicas no se haga “en sectores aislados como salud, educación, o transporte”, sino mediante instituciones, incentivos y castigos interrelacionados entre sí y más complejos.

INFORME DEL CEPED
La AUH, más igualitaria que el plan jefas y jefes
El informe del CEPED analiza también el rol de la mujer como sujeto de las políticas sociales desplegadas por los sucesivos gobiernos.

Así, destaca que planes como el Jefas y Jefes de Hogar, pese a haber estado destinados en un 70% a mujeres, no contribuyeron a reducir las desigualdades de género en lo más bajo de la pirámide social. La década actual, en cambio, "se caracteriza por la tendencia a abandonar los programas esencialmente focalizados hacia la figura de la mujer y pretender abarcar al conjunto de las unidades domesticas carenciadas", mediante políticas como la Asignación Universal por Hijo (AUH) y la moratoria previsional, que permitió jubilarse a quienes no contaban con los años de aportes necesarios para hacerlo. Según los investigadores, ello redundó en "una mejora en la calidad de vida del genero".

El informe destaca como positivo que se haya avanzado hacia "una política de reconocimiento mínimo asentado en el gasto social, donde mujeres y varones accedan a un piso mínimo de protección en base no contributiva aportada por el Estado", pero critica las contraprestaciones que exigían los planes anteriores, como el compromiso de las madres titulares del beneficio a efectuar controles en salud y educación de sus hijos.

Fuente:  13/02/2012 BAE - Nota - Argentina - Pag. 4
Autor: ALEJANDRO BERCOVICH

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